... Cuando Fernando llegó a la fuente, vio a la preciosa joven en el agua. Lo primero que hizo, fue preguntarle su nombre, a lo cual la chica contestó con un simple 'Dulcinea'. Fernando se quedó extrañado, pues era un nombre muy raro, como sacado de una novela. Entonces, se acercó y Dulcinea le dijo:
- Hombre, vos parecéis un galán, muy apuesto y valiente.
Fernando, perplejo ante la afirmación de Dulcinea, le contestó:
- Pues lo soy bella dama, y si vuestra merced lo quiere, lo puedo ser más; pero con una condición, que usted sea mi mujer, la que me dé cariño y afecto cuando lo necesite, y yo su esposo, el que os dé el pan que comáis cada día.
De repente, llega un hombre que dice llamarse Manrique. Anda como loco, buscando a una mujer con un traje blanco, como si de la luna se tratara. Cuando ve a Dulcinea, con un largo vestido blanco, nota cómo por su cuerpo corre una inmensa alegría.
Le dice:
Oh, mi princesa, largo tiempo llevo buscándoos, y hoy que os encuentro, los ojos se me llenan de lágrimas y mi corazón revive de su pesambre.
Fernando, furioso, saca su espada e intenta combatir con Manrique. Después de varios golpes, Manrique siente desvanecer su cuerpo. Fernando le ha clavado su espada en el corazón, dejándolo sin fuerzas.
Cuando Dulcinea y Fernando estaban a punto de irse, llegó un hombre regordito y pequeño llamado Sancho, el cual quería servir a Fernando en su humilde hogar. Y le serviría, con todo su honor, pero sólo si Fernando se dejaba llamar 'Don Quijote de Castilla'. Entonces, a Fernando le cuadró todo, su amada era Dulcinea, la cual en la novela de Miguel de Cervantes era a la que amaba Don Quijote. A su vez, ha revivado en su cuerpo Don Quijote de la MANCHA con el nombre de Don Quijote de CASTILLA, con su escudero Sancho.
Fernando, después de un largo día, vuelve a casa junto a Sancho y Dulcinea. Conviven todos juntos, como una familia feliz, pero con pequeñas aventuras dignas de un hidalgo como Don Quijote.
Texto presentado en el 2006 en la clase de Lengua y Literatura [4º de la E.S.O.]